Cómo perseguimos nuestro sueño para llegar a lo más alto

Siempre hemos tenido pasión por las alturas. Nacer en el seno de una familia montañera vasca es lo que tiene. Lo vives desde pequeño, y esto ha hecho que le dediquemos todo nuestro esfuerzo a lo que ahora es nuestra vida.

Siempre recordaremos esa primera montaña en los Pirineos. Era un 3.000 m. Allí, es la máxima altura. Iker tenía solo 5 años y yo, 8. Después llegarían los Alpes, Andes e Himalaya.

Quizás todo se lo debemos a nuestros padres. Gracias a ellos, pasamos toda nuestra infancia y adolescencia en la montaña haciendo actividad, de aquí para allá, subiendo y bajando puertos en nuestro Subaru, haciendo tantos kilómetros en carretera como a pie con tal de conseguir nuestros objetivos. Más tarde, durante nuestra juventud, trabajamos y nos sacamos las titulaciones de Guías de Montaña y Profesores de Esquí.

Alpinistas, escaladores, esquiadores… lo que fuera, pero siempre con ese anhelo de estar cerca de la montaña.

La idea de escalar juntos y formar equipo surgió de la necesidad de trabajar en lo que nos gustaba y, sobre todo, ser capaces de vivir de ello. Nosotros no valíamos para estar detrás de una mesa y un ordenador. Somos espíritus libres, unos auténticos Subaru OffRoaders, nos gusta vivir sin convencionalismos.

Por eso, unimos mi destreza de alpinista, con la agilidad en roca de Iker. ¡Formamos un tándem perfecto! Nuestro sueño estaba en esas grandes paredes que, a ojos de cualquiera, parecen existir solo en realidades paralelas y muy lejanas.

Fue en 1.999 cuando llegó la primera expedición. Yo intenté alcanzar el Annapurna de 8.091 m. No fue fácil, de hecho, a punto estuvo de acabar de la peor manera, pero gracias a un equipo fantástico y una fuerza de voluntad descomunal, la historia tuvo un final más que feliz.

En el 2.000, Iker se convertía en el tercer escalador del planeta en conseguir el primer 9a del mundo. Lo logró siendo en aquel momento el primer extranjero y, además, el más joven en hacerlo. Había escalado la ruta deportiva más difícil y famosa del mundo: “Acción Directa” 9a, en la zona alemana de Frankejura; un desplome de roca en el que había que quedarse suspendido de un solo dedo en varias ocasiones.

Todo esto no fue más que la antesala de lo que sería nuestra primera expedición juntos: al Yukón canadiense en compañía del mítico programa “Al Filo de lo Imposible”.

A la vuelta de aquella expedición se clarificó nuestro futuro. ¿Iker, ahora qué?, – le pregunté a mi hermano, valorando las posibilidades que se abrían ante nuestros ojos -. Esta expedición ha sido increíble, ¿Por qué no unimos fuerzas, buscamos un patrocinador, y nos dedicamos a viajar escalando montañas? Iker no lo dudó – ¿Por qué no? Puede ser una vida llena de exploración y aventuras-.

Hoy, atesoramos más de 60 expediciones, hemos visitado 65 países, escalado 42.000 rutas, y, ascendido 1.600.000 metros en 130 proyectos a lo largo y ancho del planeta: Desde el Polo Norte al Polo Sur, pasando por el Himalaya, o, la selva Amazónica. Pero, esto no acaba aquí… aún nos quedan muchas paredes por escalar, muchos caminos por recorrer, mucho que rodar…

 

 

 

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