La decisión más valiente de los hermanos Pou

La Cara Norte del Eiger (Grindelwald, Suiza) es la pared de escalada más famosa del mundo. Se escaló por primera vez en 1938 por una cordada formada por dos componentes alemanes y dos austriacos. Fue un logro tan sensacional para la época, que, a aquel cuarteto de geniales alpinistas, incluso les recibió en audiencia privada el canciller alemán de la época.

Uno de los miembros de aquel intrépido equipo de aventureros fue Heinrich Harrer que, por cierto, a modo anecdótico, fue el alpinista caracterizado por Brad Pitt en la famosa película “Siete Años en el Tibet”.

Pero antes de aquella histórica ascensión, los mejores alpinistas de la época intentaron esta pared, en la mayoría de los casos, con consecuencias fatales. Sus 1.800 metros de escalada, los 3.970 metros a los que se sitúa su cumbre, la roca descompuesta, la climatología adversa…fueron durante muchos años escollos insalvables para cualquier alpinista.

Una pared con una historia trágica y épica, una referencia que siempre hemos tenido en mente durante toda nuestra trayectoria. Un reto pendiente al que ya no podemos seguir dando la espalda.

Nuestro espíritu Offroader nos está pidiendo ese paso adelante, y sentimos que ha llegado el momento de tomar esa decisión valiente que nos ronda desde hace tanto tiempo.

Ahora estamos más preparados que nunca; son muchos años de viajes y expediciones a lo largo y ancho del mundo, una experiencia previa que nos debería permitir medirnos con el “Ogro”- que es como se conoce a esta montaña en los ambientes alpinísticos- de tú a tú. Queremos mirarle de frente, con el convencimiento de que ha llegado la hora de vernos las caras.

Hemos hechos cientos de kilómetros, siempre acompañados de nuestro inseparable Subaru; todo para hacer metros y metros cuesta arriba, andando, escalando, y sentimos que ya estamos a solo un paso de encaminarnos a Suiza a acometer nuestro objetivo.

Son muchos los amigos que nos han recomendado realizar este viaje en avión, reservar fuerzas para el ascenso y así no acumular tantas horas conduciendo antes de iniciar el reto.  Parece mentira que a estas alturas no nos conozcan.

Por supuesto que sería más sencillo volar directamente al Eiger, y ya puestos, aterrizar en la propia cumbre, pero entonces ¿qué gracia tendría nuestra aventura? Nosotros no pensamos sólo en la meta, sino que disfrutamos del camino, sin importar el tiempo que se invierta en ello.

No se trata de ascender rápidamente para batir una marca. Respirar hondo, detenerse y analizar el próximo movimiento, es lo que hace bonito aquello a lo que nos dedicamos.

Nuestro viaje debe seguir para nosotros la misma tónica. Preferimos evitar el estrés de los vuelos y horarios para cambiarlos por las horas de compañerismo y concentración en equipo, disfrutando de los diferentes paisajes que nos brinde el trayecto. Atravesar los Pirineos, pasar cerca de los Alpes, descubrir el Parque Natural Chartreuse o bordear los lagos Léman y Neüchâtel. Toda una experiencia que nos dará la motivación necesaria para comenzar de la mejor manera posible, una vez lleguemos a la gran pared.

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