El Impreza STi y Enrique Ojeda hacia Nurburgring: Capitulo 3

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Enrique conecta la configuración más agresiva del motor, deja en automático los diferenciales y apaga el control de estabilidad. Todos esos reglajes están disponibles para los conductores del STi. Tras un par de curvas en las que circulamos encajonados en un solo carril, enseguida el asfalto se hace ancho y Enrique acelera a fondo. Uf, el cuerpo se pega el asiento y el avance es fulgurante.

Es su primera visita al trazado alemán, pero parece que ya ha estado ahí un montón de veces, tanta es su facilidad para rodar deprisa sin conocerse las curvas. “Los pilotos de rallyes estamos acostumbrados a ello, a “leer” la carretera, ¡pero eso es muy bestia y complicado! –se asombra”.

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Los kilómetros pasan, cada uno de ellos está indicado con un cartel. El infierno verde, como lo llamó Jackie Stewart, es un nombre que le va al pelo: todo está lleno de árboles frondosos, solo unas protecciones como las de las autopistas nos separan de ellos. “Hecho de menos mi Impreza de carreras, pero la verdad es que el STI me encanta, particularmente su comportamiento y su facilidad de conducción” –comenta Quique– “es tremendamente efectivo sin ser difícil de conducir”.

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De improviso, un Porsche GT3 se nos acerca y nos adelanta. Quique se asombra “¡Lo conduce una rubia!”. La tal rubia, además de un potente deportivo, se conoce al dedillo todas las trazadas. La seguimos un rato, hasta que desaparece. Ningún otro coche nos pasa en todo el recorrido a pesar de que Enrique es la primera vez que lo pisa.

Hay grandes subidas y peligrosas y empinadas bajadas. “¡Esto se parece más a un tramo de rallye que a un circuito!” –sentencia. Y llega el karussel. Ahí tienes esa curva en la foto, Quique se ciñe bien a sus formas y lo atravesamos como si una gran ventosa nos succionase pegándonos al suelo. Por la ventanilla izquierda se ve el césped, por la derecha, el cielo. Y en un abrir y cerrar de ojos, nos escupe a la recta con brutalidad. “La tracción es fantástica” –continúa– “logra un gran equilibrio”.

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En este lugar estamos aprovechando al máximo las virtudes del STi. Todos sus 300 caballos, la tracción total. Da igual la velocidad máxima, lo importante es la potencia y el agarre máximos, pero también es un dato llamativo: en la recta alcanzamos los 240 km/h, y eso que está cortada a la mitad… hay que salir de nuevo para dar otro giro, no se puede continuar sin salir previamente.

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Me gusta y envidio a la gente que no pierde el apasionamiento por muchas veces que haga las cosas que le apasionan. Y Enrique es uno de ellos. Como si nunca hubiese ganado un rallye, como si esta fuese la primera vez que se pone un casco: al terminar la vuelta sonríe como un colegial y está deseando ponerse de nuevo a la cola. “Ha ido muy bien de frenos” –comenta– “la verdad es que este coche es perfecto para rodar aquí, para este viaje que estamos haciendo”. Y para terminar, me mete prisa para volver a la fila que da acceso a la pista…

En total, nuestro piloto particular rodó cuatro vueltas más. Cinco en total. “Eso son más de cien kilómetros” –contó al final– “el recorrido de un rallye del regional…”

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Un comentario

    Fernando :

    Hablando con conocimiento de causa, pues he conducido este coche, y con toda la modestia del mundo, pues lógicamente no tengo el nivel de conducción y la experiencia de este piloto, comparto su opinión, es un coche facilísimo de llevar rápido. Una auténtica gozada, se disfruta muchísima independientemente de la velocidad a la que circules, pero el agarre, la aceleración y la capacidad de frenada del coche es impresionante.

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